SECOT ¡por las nubes!

SECOT EN ACCIÓN
Dpto. Comunicación SECOT

Suena el despertador a las cinco de la mañana. A las cinco menos cuarto, en algún caso. ¡Por fin ha llegado el día!

Los seis miembros de Secot, nos preparamos para salir hacia Segovia. En el grupo estamos: Ángela Ger, Begoña Arechederra, Manuel González, Joaquín Ruiz de Castroviejo, José María Llorente y Antonio Ferrer.

Agrupados, según cercanía domiciliaria, en dos potentes vehículos a motor sobrepasamos el centro comercial Sexta Avenida de la carretera de A Coruña hacia las 6 de la mañana del 18 de julio. Antes de las siete ya estamos todos alrededor del globo aerostático que se encuentra en fase se inflado en el campo de despegue de Segovia, situado junto al campo de motocross y enfrente del Hospital General de Segovia. Como es sabido, las actividades de "riesgo" se deben desarrollar siempre en zonas con cobertura sanitaria cercana.

La aventura se ha contratado con Globos Viento Zero, un antiguo asesorado de Secot en el marco del convenio firmado con la Fundación Horizonte XXII. Y ha tenido que ser un día entre semana porque los fines de semana están todos llenos hasta finales de verano. Su Web es www.globosvientozero.com por si algún lector se anima. Son 150 euros por persona.

 
Begoña, a una vez más, exclama:
 
– ¡¡¡Qué nervios!!!

Daniel, el piloto de la nave, da la orden:

-¡Todo el mundo a la barquilla!

Diez minutos más tarde, como por arte de magia, estamos sobrevolando Segovia a cuatrocientos metros de altura. Se lo tenemos que preguntar a Daniel. Ni nos hemos dado cuenta. La subida ha sido mucho más suave que la de un ascensor de los modernos. Allí abajo vemos el Alcázar, la Fuencisla, la Catedral, el Acueducto, Nueva Segovia, la estación del AVE…

Una vez recuperada el habla, por la magnificencia de paisaje contemplado, las preguntas al pilotos son muchas.

– ¿Por qué hemos madrugado tanto?

– Porque la hora mejor para navegar es a primera hora de la mañana. Más tarde, con el calor del sol, se generan corrientes de aire que imposibilitan el vuelo.

– ¿Como sabemos la altura?

– En la barquilla el piloto dispone de un altímetro.

– ¿Hasta que altura podemos subir?

– Depende de la zona del vuelo. La normativa permite hasta mil metros. Hoy no sobrepasaremos los quinientos.

– ¿Cómo se dirige la navegación del globo?

– El globo no se dirige. Vamos hacia donde nos lleve el viento. Aunque, dependiendo de la altura, la dirección del viento cambia, lo cual permite una cierta maniobrabilidad.

Los ingenieros, la cabra tira al monte, nos ponemos a pensar en diversos posibles sistemas de direccionamiento de nuestra trayectoria aérea.

– ¿Para qué sirve la radio?

– Para dar indicaciones al vehículo de rescate, que nos sigue por tierra, sobre donde estimamos tomar tierra.

Pudimos comprobar que, a veces, la voz en grito desde el aire también funciona. Sucedió que el asistente en tierra se alejó del vehículo y no había forma de darle instrucciones, por lo que Daniel optó por el más clásico de los sistemas de comunicación.

– ¿Dónde crees que aterrizaremos?

– Seguramente por la zona de Zamarramala.

El tiempo pasa deprisa cuando se está volando. Daniel da instrucciones al conductor del vehículo en tierra para que se dirija hacia Zamarramala.

– ¿Por qué no nos alejamos de la ciudad?

 – Porque no hay viento.

– ¿Queda mucho gas en las bombonas?

– Para unos veinte minutos de vuelo. Aunque nunca agotamos las bombonas y podríamos volar media hora más.

En un momento dado, Daniel el piloto nos dijo:

 – Hay que aterrizar sí o sí. Flexionad las rodillas y agarraos a la barquilla. Vamos a aterrizar ahí delante, en ese cuadrado.

Y dicho y hecho. Con precisión matemática aterrizamos delante del Parque de Bomberos de Segovia. Pero la toma de tierra fue un poco menos suave que la subida y dos de los intrépidos aventureros – José María y Begoña – sufrieron algún rasguño en las rodillas.

En pocos minutos estábamos todos en tierra. Lamentablemente al deshinchar la vela del globo esta cayó sobre unos cables de tendido telefónico y tuvieron que intervenir los bomberos para descolgarla.
Poco después estábamos de regreso al campo de despegue y brindamos con cava nuestro bautismo de vuelo en globo. Todos tenemos en nuestro poder el certificado que lo acredita.

Y para terminar la fiesta, ya por nuestra cuenta, comida con cochinillo y cordero en Torrecaballeros, como mandan los cánones.